La sensibilidad en si misma
Si bien muchas veces se nace con ciertas capacidades sensitivas, también es un aspecto a desarrollar en la persona más allá del rol que ocupe. Ésta debe ser tomada de una forma esencial, sin embargo, se deben evitar frustraciones si la persona que se encuentra del otro lado, ya sea interprete u oyente no las ha desarrollado. De hecho, por ejemplo, es muy común encontrarse con cierta clase de personas que mientras el ejecutante realiza cierto virtuosismo en el piano u otro instrumento, están pensando que “suena raro”, o que “tiene muchas notas”, o simplemente, por ejemplo, en el caso de la polirritmia pensar que es “una equivocación del ejecutante”.
El público es como es y el ejecutante no puede controlar al público que vivenciará la obra, sin embargo, puede poner todo de sí y tener una respuesta interna que le permita sentirse complacido con la experiencia en sí misma y poder disfrutarla mediante su propia sensibilidad. Sin embargo, tampoco se debe descuidar al oyente, y a su vez la obra no debe ser interrumpida porque afloran tal cantidad de sentimientos en el ejecutante que no le permiten continuar.
Es importante lograr una gran introspección y conocerse a uno mismo con sus falencias y virtudes, con sus logros y tiempo para progresar y sus reacciones frente a la música ya que esto permitirá lograr sentir a la otra persona. Es decir, cuanto uno más se conoce a uno mismo y las reacciones que posee frente a determinada música, más factiblemente podrá determinar qué efecto causará en la otra persona. Se pueden utilizar “experimentos domésticos” con familiares o allegados o inclusive con alumnos mientras se les enseña a desarrollar la sensibilidad musical.
Somos seres humanos, por lo cual, si bien la percepción musical es totalmente diferente acorde a cada persona, se podrán determinar ciertos patrones que generen sensaciones en el oyente.